Ait-Benhaddou

Djem'a el-Fna.

Dunes Chigaga.

Joaquim i Mohamed.

Para mi Marruecos ha representado como un aguijonazo muy profundo a la sensibilidad. He descubierto olores, aromas, nuevas luces, colores, sonidos cantos autoritarios del muecín, vendedores, acróbatas, músicos callejeros, dentistas ambulantes, vendedores de amuletos, personas i multitudes. Me he sentido nómada. Viajero en un mundo errático.

En Marruecos pude comprobar que el tiempo no cuenta para nada y sobretodo pude valorar que aquellas gentes tienen que vivir con lo poco que tienen, y tienen que comerciar absolutamente con todo. Te pueden vender un hueso de pollo reseco como una reliquia que te traerá suerte. Esta es su particular manera de hacer sus “bussines” (negocios). Su obligación es venderte algo, lo que sea, pues tu tienes dinero para pagar y ellos no. País de grandes contrastes pues me impresiono tanto la Medina de Fez con sus 9.400 callejuelas bulliciosas con el salto que representa hacia el siglo XV, como al mismo tiempo me emocione con el absoluto silencio del desierto del Sahara...jamás podré olvidar la gran sensación de libertad que tuve al dormir al aire libre rodeado de arena con la Vía Láctea de techo y la luna de testimonio de mi particular excitación.

Reconozco la genialidad de Luís Goitisolo cuando a partir de un nombre, crea un verbo tan sugerente como el de medinear o sea pasear por la Medina de Marraketch sin rumbo ni objetivos concretos. En Marruecos el rumbo y los objetivos matan. “Amigo, la prisa mata” como me decía mi amigo Alí en el pueblecito de M’Hamid.

Estoy francamente “enfermo” de Marruecos, para mi fue un gran descubrimiento y desde la vuelta a occidente me ha invadido la sensación de que he dejado atrás un mundo tan importante que cada día que pasa y estoy fuera de el, me pierdo cosas importantes, vitales e innegociables.

Fotos y texto de Joaquim Braulio

Composición de la página por Angel Gimeno Monforte 10-4-2006