Por las costumbres y
tradiciones es posible conocer el alma de los pueblos (A. Zapater) |
Un soneto me manda hacer Violante, en mi vida me he visto en tal aprieto. |
podría decir a mis cibernaúticos amigos Ángel Gimeno y Antonio Conesa que me han puesto en un aprieto al pedirme que trate de recoger para esta interesantísima página, una especie de cuadro en el que se recogieran aspectos del día a día de la vida de una localidad del tamaño de Tronchón en el pasado que se aparten un poco del “sota, caballo y rey” que todo el mundo puede imaginarse sobre ellos.
A mi modo de ver se trataría de abrir un camino para comprender mejor cómo se las habrán arreglado los Tronchoneros para sortear los obstáculos con que se va tropezando tratando de vivir en un lugar de Aragón, región que, según he leído no sé exactamente donde, le habría servido a Dios para arrojar las piedras que le habían sobrado después de la creación del mundo.
Este es uno de los temas que siempre me han seducido y en mis idas y venidas por el archivo de la Villa he tratado de encontrar papeles que me dieran a conocer cómo resolvían los habitantes de Tronchón algunos de los problemas capitales con que se tropieza una comunidad por pequeña que sea: la salud, el aprovisionamiento de lo que no podría proporcionarles el ambiente que les rodeaba...Afortunadamente, he podido encontrar documentos que pueden satisfacer en parte esta curiosidad, documentos que se transcriben a continuación; a los que se añaden unas notas sobre oficios, tradiciones y costumbres, que ayudaran a que nos hagamos una idea de cómo se desarrollaba la vida diaria en aquellos años.
Item es pacto que las casas dobles será a conocimiento de los Sres. Alc. y Rex.
Item es pacto que la Villa sacará francos diez vizinos por Pobres de solemnidad de sus Cédula.
Item tiene obligación a los criados que ganan siete pesos por nueve sueldos y las Criadas de Valde y los Pupilos hijos del lugar por metad y se le dan al dicho Cirujano por las ventosas diez cargas de leña.
Item que los Criados que no llegan a ganar siete pesos se han de componer con el Cirujano y para que conste hicimos hazer la presente capitulación a nuestro Secretario en dicho día y la firmamos.
Gab. Escuruela Alc. Simon Rocafort, Joseph Rubio, Jacinto Villaroya Procurador
Por ante mi Marcos Dauden Secretario y firmo por Miguel Conesa Rex. que dijo no saber escribir.
Jose Antolino cirujano otorga lo dicho.
Item, se exceptúan las enfermedades de mano ayrada, sarna y tiña que se han de pagar las medicinas
Item, que haya de tener de los dos mercurios pagando la Villa el Azogue.
Item debe de dar y dará el emplasto de varios y Bálsamo Católico. Item, soliman para úlcera o malgranos sin paga alguna siempre que sean necesarias y el ungüento fuerte.
Los Criados que sirvan deven pagar. Las Criadas que sirvan pasadas 4 visitas del Médico deven pagar las medicinas.
Item fue pactado que si algún vezino o havitandor de dicha Villa se enfermase fuera del término de dicha Villa dos horas de distancia, y Cavallerias, deverá dar las medicinas que se pidan.
Item la Villa dará al Boticario a más de la cantidad arriba referida veinte cargas de leña por cada un año, casa, cuarto para la Butica y franco de todos sirbientes. Y para que conste hacemos hacer la presente a nuestro Secretario de que Doy fe.
De mandato de dchos Sres. Alcalde, Rexidores y Boticario
Ramón Macipe Marco Daudén Sec.
Nota al Margen.-
Item se le da al Boticario para ampliamiento de su Capitulación siete pesos con la
obligación de dar toda medicina exceptuada de la presente Capitulación, a excepción de Gálico
y mano ayrada. Tronchón y Mayo a tres de 1754
De Mandato de los Sres. Alcalde y Rexidores
Ramón Macipe. Marcos Dauden Sec.
Item es tratado que admitido una vez el vino hasta treinta cántaros se haya de dar despachado, y en el caso que el Sr. Mayordomo no tuviese seguridad en el vino, pueda admitirlo a menos cantidad, como bien bisto le fuera; y para mayor seguridad dio por fianzas a Miguel Alloza y Juan Devon.
Item fue tratado que no se les pueda sacar a Bagajeros fuera el termino………
De Orden de dicho Ayuntamiento y Sres. arriba dichos
Antonio Conesa fiel de fechos.
Victorio Lázaro otorgo lo sobredicho
Item se ajusta que se le ha de dar por cada una muger que para 8 s. en dinero o una barcilla de trigo y le han de avisar.
Item desde oy adelante se le pagara a San Miguel de Setiembre por prorrata y desde San Miguel en un año por entero. Por mandato de dichos Sres. Alcalde y Regidores
Marcos Dauden Secretario de Fechos.
Primeramente.- El aceyte ha de ser de la tierra de la Ginebrosa abajo y ha de ser
admitido por el Sr. Mayordomo y fianza a gusto de los Sres. Alcalde y Regidores. Item.- Si
faltase el aceyte el dicho Probedor estará obligado a la pena que le impondrá el Sr. Mayordomo;
y por lo tanto el dicho Probedor dio por fianza a Joseph Carceller sombrerero vicino de dicha
Villa y dichos Sres. la aceptaron y por ser verdad hizonos hazer la presente obligación de mano
de nuestro Secretario que la firma de orden de dichos Sres. Alc. Rex. Y del dicho Probedor.
Marcos Dauden.
Item es pauto que siempre que se le probase al ornero que sacase leña o carbón del horno que el dicho Antonio Coloma tenga la acción de despedirle y buscar otro a satisfacción de la Villa.
Item es pauto y se le pone por obligación al ornero que fuese que haya de barrer todos los sábados el piso del orno. Y las leñadas del orno han de ser sin perjuicio de ambas partes sin añadir ni quitar.
Item es pauto que el hornero haya de aleñar y no otra persona y el ha de asistir. I si algun día ba biaje ha de pedir licencia a los Sres. Rexidores.
Item es pauto que el hornero tiene obligación de todas las palas que fuesen necesarias sino incurrirá en todos los perjuicios que se siguiesen.
Y para que conste de mandamiento de dichos Sres. se hizo la presente obligación en dicho
día mes y año de que doy fe siendo presentes por testigos Blas Royo, y Francisco Lopez vecinos
de dicha Villa y apruebo el borrado entre libras y de pan y el enmendado cinco.
Ante mi.................. Marcos Dauden
Sector servicios.- Siete clérigos, un escribano, un médico, un cirujano, un posadero, siete arrieros, 3 hospitales. Un administrador.
Agricultura y Ganadería.- Veintisiete hacendados labradores, veintiún jornaleros labradores, catorce pastores.
Industria artesana.- Once tejedores, tres tintoreros, cuarenta y ocho sombrereros, ocho alfareros, siete pelayres.
Oficios diversos.- Dos herreros, tres carpinteros, cuatro albañiles, tres esquiladores, dos aserradores, un aladrero (Constructor de arados), un hornero, un bastero, un carnicero, un tejero, un chocolatero, siete sastres, un zapatero, un alpargatero, sin ocupación y pobres veinticinco.
Una población del estilo de Tronchón que, por su situación geográfica, quedaba prácticamente aislada, requería la existencia de personas que, a parte de lo consignado en los censos, se dedicasen a ciertas actividades de aprovisionamiento de la Villa de ciertos productos. Gracias a los datos aportados por D. Antonio Conesa podemos destacar algunos de ellos:
Gorrineros.- Se dedicaban a la compra y venta de cerdos en edad de engorde, así como de otro tipo de animales. Las últimas personas que se dedicaban a esta actividad fueron José González, Emilio Belmonte y Daniel Torres. El mismo Daniel Torres y Antonio Buj se ocupaban, además de repartir los animales por las masias.
Huevateros.- Se trataba de comerciantes ambulantes que proporcionaban a las masias toda clase de mercancías, desde ropas a jabón o sardinas arenques, casi les podríamos calificar de supermercados ambulantes. El calificativo de huevateros se les aplicaba porque aceptaban a cambio de su mercancía toda clase de cosas entre las que destacaban los huevos, de los que abastecían a los pueblos. A esta actividad se dedicaron: Ramón Ayora, Salvador Buj, Nicasio Galve, Mateo Monserrate, Rodrigo Molina y Antonio Nava.
Calcineros.- Se dedicaban a la producción de cal para las construcciones. Esta fue una especialidad de la familia Conesa.
Carboneros.- Se dedicaban a la producción y venta de carbón vegetal (de encina o carrasca). Especializados en este trabajo fueron Agustín, Virgilio Monforte así como Manuel Mateo.
Pastoreo.- En los censos aparecen bien especificados los que se dedicaban a esta sacrificada
actividad, que actualmente sigue practicándose. Se debe destacar a las familias Rabaza y
Monserrate.
Actualmente, en algunas masias se ha introducido la cría de ganado vacuno, actividad que en la
antigüedad apenas se practicaba.
Queseros.- El lector de esta página puede conocer, por la
lectura del trabajo
Finalmente queremos destacar que no termina aquí la relación de oficios que tuvieron que desempeñar los tronchoneros para salir adelante. Hubo momentos en la historia en que se descubre que con el fin de hacer frente a situaciones apuradas, los tronchoneros salían, a veces en masa, a trabajar fuera de la villa como ocurrió al final de la guerra de Sucesión en que el mismo Ayuntamiento aportó el trabajo de equipos de tronchoneros para trabajar en la fábrica de cristal de Tortosa.
Y también, más modernamente, muchos tronchoneros se desplazaban a trabajos como la tala de madera o a las salinas de San Carlos de la Rápita (Tarragona).
También debe tenerse presente que ha habido gente habilidosa que destacó en la elaboración de todo tipo de objetos. Como dato curioso puedo decir que, en una carta de 1716, D. Juan Cebrián, de Alcorisa, militar ocupado en unos pleitos de la villa, encargaba que se le hiciesen en Tronchón unas palas de madera para el juego de pelota, pues era el lugar en que mejor las confeccionaban.
Las zofras.- Trabajos que debían realizar los vecinos por cuenta del ayuntamiento como arreglo de fuentes, caminos, etc.
Recogida de plantas aromáticas y destilación de esencias.- Dada la cantidad de espliego que se producía, en su momento se montaba un alambique y se procedía a la destilación para la obtención de lavanda que, normalmente era adquirida por la industria benicarlanda “Destilerías Adrián Klein”.
Ya hemos visto anteriormente que era misión del ayuntamiento tener un “horno de pan cocer” (como se decía en aquellos tiempos) y contratar un hornero que s encargaba de hacerlo funcionar. Cada vecino debía, pues, ocuparse de la preparación de la masa para llevarla a cocer. Esto llevaba consigo ciertas ocupaciones:
Sacar tabla.- A las tres de la tarde se reunían a la puerta del horno las mujeres que al día siguiente debían cocer pan o pastas. El hornero les presentaba una bolsa con tablitas de madera numeradas. Cada mujer sacaba una tabla y de acuerdo con los números sacados se establecía la hora que le correspondía a cada mujer tener el horno a su disposición. Este sorteo originaba, a veces, alguna discusión. De acuerdo con su número de orden, cada mujer podría calcular la hora en que debía hacer los preparativos para llevar la masa de pan o de pastas al horno. Las pastas se cocían por la tarde.
Pagar al hornero u hornera.- Se pagaba por el trabajo de preparar el horno y cocer las masas una cierta cantidad en metálico y una parte en pan y pastas.
Aportar la “barda”.- La leña verde que se utilizaba para calentar el horno la debía aportar cada usuario de acuerdo con la cantidad de pan y pastas que quería cocer. La leña más empleada era la de sabina, enebro o pino. Esta operación también era motivo de algunas discusiones.
Estas operaciones eran exclusivas de las mujeres. Los hombres eran los que debían acarrear la “barda” hasta el horno, si alguno quería entrar en el horno era expulsado espolvoreándole con harina.
En los últimos tiempos de funcionamiento, el horno era manejado por una mujer, la “hornera”, siendo las últimas horneras Natalia de Marcial, Cruz Madrazo, Soledad Escorihuela, Lucía Escorihuela y Pilar Celades.
“Hormigueros”.- Montones de hierbas inútiles cubiertos de tierra que se quemaban, siendo esparcidas las cenizas como abono potásico.
Recogida y acumulación de estiércol.- Se recogían y almacenaban cuidadosamente los excrementos de ovejas, caballos, mulos, asnos, etc. Constituían un excelente abono orgánico para el campo. Se conservaban hasta el momento de ser usados en lugares llamados “emerales”, fuera de la población. Su transporte desde las cuadras al emeral y de éste al campo se llamaba “sacar yemo”.
Labrar.- Preparar los surcos en las tierras donde se iba a hacer la siembra. Para ello se uncían dos caballerías a un yugo para arrastrar el arado. Debemos anotar la presencia en los censos antiguos de un “aladrero” que construía y reparaba arados.
Atablar.- Allanar la tierra sembrada mediante una tabla arrastrada por caballería.
La siega.- En Tronchón la siega se ejecutaba a mano con “falcino” (hoz). La mano era protegida con una protección de madera, la “zoqueta” para evitar los cortes, y el cuerpo por medio de un delantal de cuero o “zamarra”. La “dalla” o guadaña se empezó a emplear en los años sesenta. Posteriormente se empezaron a emplear las máquinas cosechadoras.
En las fincas grandes o las masías se contrataban cuadrillas compuestas de diez o doce hombres (“piones”) dirigidos por el “capataz” que era el que iba en cabeza y marcaba el ritmo de la operación. Uno de la cuadrilla hacía las “gavillas” y otro los “fajos” compuestos de varias gavillas. Dentro de la siega también se utilizaban chicos para sacar “vencejos”, que eran las espigas de centeno que se sacaban de los fajos para atarlos.
Para ello, en la siembra se habían añadido algunos granos de centeno.
Otra persona llevaba el “diablo”, que era un rastrillo para recoger las espigas que quedaban sueltas en el suelo.
La siega, que era digamos la operación “básica” del trabajo agrícola comportaba un sistema de alimentación para restaurar convenientemente las fuerzas de los segadores o “piones”.
La tarea de llevar la comida al campo la efectuaba una mujer, llamada la “agostera”. Dicha comida se hacia en las siguientes “tomas”.
Antes de salir el sol y empezar la tarea, se tomaba “la copa” y un trozo de torta. A las diez, aproximadamente, la “agostera” llegaba con el “bocao de las diez” a base de proteínas (conejo, pollo, carne guisada o “conserva”) según costumbre de cada propietario. A la una se regresaba a la casa o masía para hacer la comida “reina” del día a base de platos fuertes y consistentes. Había una hora de descanso (la “siesta”) y se volvía al tajo. A las cinco de la tarde, la “agostera” llevaba la merienda a base de embutidos o jamón. A las nueve se tomaba la cena, también a base de platos consistentes.
Las cuadrillas de segadores dormían en la “tiñada” sobre el suelo cubierto de paja.
El Acarreo.- Consistía en llevar los fajos a la “tiñada” cargados en caballerías.
La operación final consistía en “aventar” para separar el grano de la paja. Esto se podía hace si el viento era favorable.
Con esta operación se ponía fin al año agrícola y llegaba el momento de celebrar las fiestas de la Villa.
La horticultura.- La escasez de agua en la zona donde está enclavado Tronchón hacía que escaseasen los huertos, pero si era posible se aprovechaban las fuentes para mantener balsas que se aprovechaban para regar por medios rudimentarios huertos con una producción que se utilizaba para el mantenimiento de los dueños. ----------------------------------------------------------------------------------
Los Carnavales.- Durantes el Carnaval era costumbre disfrazarse y hacer algunas bromas entre amigos y vecinos. También se celebraban gastronómicamente por el consumo de las “pelotas”, bolas elaboradas con longaniza, queso, huevos, jamón y pan rallado.
La Confesera.- Es una tradición religiosa que se ha abandonado con el paso de los tiempos y la modernización, a pesar de que muchos la niegan, de la Iglesia. Era normal que en Cuaresma, los párrocos anotaran en una lista a los que “cumplían con Parroquia” lista que, durante mucho tiempo, se anotó en los libros parroquiales, a la vez que se daba a los fieles una especie de certificado de dicho cumplimiento. Para que los niños recordasen este día, era costumbre que les diesen para cenar un huevo frito.
Las fiestas religiosas.- En esta página Web, están recogidas las peculiares de la Villa. Únicamente me interesa destacar un punto que merece ser tenido en cuenta.
Esta hoja era una copia del acta de una sesión del Ayuntamiento, probablemente del Siglo XVIII en la que se proclamaban patronos de la Villa a San Antonio y la Virgen del Pilar.
Ahora bien, como registra perfectamente el “Libro de la Baylia de Cantavieja”, de D. José Altaba Escorihuela, nació en Tronchón José Escorihuela, en la Masía de la Purísima, que se hizo religioso y se convirtió en “promotor y mecenas” del culto y veneración de la Virgen del Tremedal, patrona de la población de Orihuela del Tremedal. Gracias al P. Escorihuela se edificó a mediados del Siglo XIX, y no del Siglo XVIII, como afirman algunos autores, la Ermita de la Virgen del Tremedal en Tronchón. La devoción de los tronchoneros hacia esta Virgen ha borrado prácticamente la noción de los patronos elegidos por el Ayuntamiento, y ha proclamado Patrona de la Villa a la Virgen del Tremedal, de forma que el primer domingo posterior al 8 de septiembre, se celebran las Fiestas Patronales con toda la solemnidad y el aparato que permiten estos tiempos. A dichas fiestas concurren los tronchoneros que tuvieron que trasladarse a otras poblaciones (Barcelona, Zaragoza, Teruel, Castellón, Valencia, Vinaroz, Benicarló, Etc) para encontrar medios de vida, pero que han tenido la elogiable idea de conservar sus casas, retocadas, embellecidas y modernizadas, como residencia secundaria, a la que acuden en Vacaciones, Semana Santa, “puentes” largos y, cómo no, Fiestas Patronales del Tremedal.
Aparte de esto, hemos de registrar la importancia que en el pasado tuvo la concurrencia a las fiestas de la Virgen de la Carrasca de Bordón, a la que acudía el Ayuntamiento de Tronchón en pleno, provisto de todos los elementos para celebrar allí una comida. No hace muchos años aun se conservaban ciertas piezas de vajilla, restos de esta costumbre.
También es digna de recordar la existencia de una Cofradía del Santísimo de la cual queda un curioso libro en pergamino con el reglamento de la misma, en el que se indican, incluso, los manjares que se debían consumir el día que celebraba su fiesta, entre los que cabe destacar la “gallina con caracoles”.
El libro de la cofradía se conserva en el Archivo de la Parroquia, junto con los cinco libros parroquiales en los que se anotaban bautismos, bodas y defunciones que se registraban en la parroquia, así como otros datos, como las visitas pastorales de los obispos y las ya mencionadas listas de cumplimiento pascual.
Los niños.- En la documentación que hemos tenido en nuestras manos en el Archivo de la Villa, además del contrato de maestro, pudimos leer la copia de la creación de un “beneficio para mantener a un maestro que enseñase a los niños a leer, contar y cantar acompañando al órgano de la Iglesia” (Siglo XVII).
Durante muchos años existieron unos maestros ambulantes que se alojaban en las masías y daban clase a los niños de las mismas.
Las escuelas existentes en la actualidad fueron construidas siendo ministro D. Filiberto Villalobos, como hace constar una placa existente en las mismas. Con motivo de los cambios a que ha sido sometida la enseñanza, las escuelas fueron cerradas y los niños deben desplazarse a Cantavieja.
Cuando funcionaban, los niños debían llevar un tronco de leña para poder encender las estufas, pues no había dotación para cubrir dicho gasto.
Uno de los juegos más practicados era “jugar al toro”.
Tronchón dispone de un Trinquete o frontón cubierto donado por los tronchoneros residentes en la Argentina.
Como juego típico de los niños podemos citar el del “pote” que era peligroso puesto que se practicaba introduciendo carburo en una vasija con agua al que se daba fuego produciendo una fuerte explosión y saliendo el recipiente disparado a gran velocidad con el peligro de producir lesiones entre los jugadores. Uno de los “expertos” en el juego fue Miguel Escorihuela, más conocido como “Miguel de Camila”.
Era también normal que los niños actuasen de monaguillos recibiendo alguna compensación monetaria por su tarea de ayuda en la Iglesia y aprovechando las recompensas, generalmente en especies por sus actuaciones en las bodas, bautizos, misas en las ermitas o en las masías y en las misas que se celebraban por encargo.
Otra misión de los monaguillos era el toque de las campanas. Esta función llevaba consigo tocar “a muerto” cada hora el día de “Todos los Santos” lo que daba ocasión a bromas de humor negro.
En la Semana Santa, los muchachos, los días que no se tocaban campanas, tocaban las “matracas” para avisar de los oficios religiosos. Las matracas, o “mazuelos”, seguían tocándose el viernes y el sábado, en el momento de tocar a “Gloria” con las campanas al vuelo.
También era costumbre, ésta de las mujeres, la de ir a buscar agua bendita el sábado de Gloria.
Para ello me permito recomendaros la lectura del librito de Julio Monzón Royo titulado “Teruel, Tradiciones, Gentes, Costumbres” de la colección “Aragón”, editado por la “Editorial Librería General” de Zaragoza. Dichas colección consta de 63 títulos, todos referentes a temas aragoneses de sumo interés.